La implantación de las redes sociales en buena parte de las rutinas y hábitos de la población ha tenido como consecuencia que las empresas, desde hace ya tiempo, incorporen estos medios a sus estrategias de marketing. Sin embargo, es un error muy común en muchas marcas pensar que la efectividad de sus campañas de promoción va directamente relacionada con la cantidad de redes sociales en las que están presentes.

Elegir en qué redes se debe definir una estrategia para que la marca obtenga un beneficio depende de múltiples factores; no todas las empresas deben estar en todas las redes simplemente porque existen muchos tipos de negocio, cada uno con sus características propias. Una empresa B2B no debería tratar de potenciar sus interacciones en un entorno destinado al consumidor como es Facebook, a diferencia de muchos B2C; sin embargo, es probable que muchas marcas B2C no dispongan de los contenidos adecuados para prosperar en una red social como LinkedIn. Además, teniendo en cuenta que buena parte de la audiencia que habla sobre una marca no sigue a la marca en cuestión (concretamente un 96% según Brandwatch, 2005), la mejor idea consistiría en destinar los recursos a aquellas redes que mejor nos puedan funcionar.

Los servicios y/o productos que una marca ofrece también tienen mucho que ver en la elección de las redes sociales más adecuadas para su difusión. Hay que tener en cuenta que cada red social tiene unas características determinadas que potencian la visibilidad de unos determinados contenidos u otros, ya sea texto, imagen, vídeo o un conjunto de varios: dependiendo de la flexibilidad de la que una empresa dispone para configurar sus publicaciones de forma adaptable (sin que resulten forzadas), su presencia se reducirá o se ampliará a más redes.

Por ejemplo, para una marca o un e-commerce que carece de contenidos visualmente atractivos (o cuyos servicios no pueden ser representados en forma de imágenes atrayentes de cara al consumidor) resulta poco eficaz crearse un perfil en una plataforma como Instagram. Por otro lado, si esta marca produce servicios o productos que son fácilmente representables en forma de infografías, tal vez los esfuerzos deban derivarse a una red como Pinterest. En definitiva, optar por la creación masiva de perfiles en la totalidad de las redes simplemente por “cubrir la cuota” no sólo carece de sentido, sino que tiene como resultado la pérdida de tiempo y recursos que podrían ser invertidos en otras redes más adecuadas y de las que extraer un mayor provecho.

Tampoco hay que olvidar nuestro target; nosotros, como empresa, debemos tener claro a qué audiencia dirigirnos, pero también tener en cuenta qué clase de público copan las diferentes redes sociales. Mientras que Facebook cada vez cuenta con un rango de edad más amplio y con una mayor afluencia de público maduro, Snapchat queda relegado a una audiencia mucho más joven, mientras que Pinterest goza de una audiencia mayoritariamente femenina (PuroMarketing, 2015). Por lo tanto, es obvio que también deberemos centrarnos en aquellas redes que correspondan al tipo de audiencia a la que nos interese más acercarnos.

Redes sociales por franja demográfica (Smartinsights, 2015)

Finalmente, tampoco hay que olvidar que una vez escogidas las redes sociales en las que nos centraremos para elaborar una estrategia de social marketing, no debemos ofrecer los mismos contenidos calcados en la totalidad de las plataformas. Adaptar nuestros contenidos a las diferentes redes ampliará la audiencia en la que podrá impactar, además de ofrecer posts diferenciados a los usuarios sin caer en la repetición, lo cual supondría un mal uso de las redes y una pérdida de followers.