Es un hecho innegable que los dispositivos móviles están ganando terreno a los ordenadores de cara a ser nuestro primer punto de acceso a Internet. Y también es innegable que, en muchas ocasiones, el desarrollo de una aplicación para nuestro smartphone puede ser la mejor manera de llegar a nuestros potenciales clientes.
¿Y si os dijera que el desarrollar una aplicación para móviles a veces puede llevar más desventajas?
Cada vez son más los servicios que se lanzan al mercado de los móviles y la competencia es más feroz, por lo que es normal que uno piense que si no se entra en ese terreno su negocio está condenado al fracaso.
Y eso no deja de ser cierto, salvo unos matices:
Para empezar, hay que hacer una profunda reflexión sobre cuál es nuestro negocio y dónde se encuentra nuestro público. El público que empieza a comprar desde dispositivos móviles aún es pequeño, y un gran porcentaje aún prefiere estar sentado en frente de la pantalla del ordenador para realizar un pedido. La excepción a esta norma la encontraríamos en casos concretos como pueden ser las aerolíneas o en la venta de tickets para eventos, que ven como la movilidad de su producto hace que sus clientes también pasen a dispositivos móviles.
Aquí la pregunta que tenemos que hacernos es: ¿nuestro producto requiere movilidad?
En el caso de querer aventuraros en el mercado móvil, hay que tener en cuenta la inversión que pueda requerir la creación de una aplicación móvil. No hablamos de inversión económica, la cual está siempre presente en este tipo de proyectos, sino de tiempo de mantenimiento: soporte técnico con conocimientos de todos los Sistemas Operativos para dispositivos móviles que existen, tiempo de desarrollo para cada plataforma, actualizaciones periódicas para cada aplicación, etc.
Para cubrir el 90% del mercado móvil hace falta desarrollar una aplicación para tres plataformas diferentes: iOS, Android y Windows Phone. Luego, cada plataforma tiene sus propios lenguajes de programación, características propias y diferentes metodologías de desarrollo. Todo esto se traduce en un aumento en los costes de desarrollo y una mayor dificultad a la hora de mantenimiento (personal técnico, servidores…)
Otra opción siempre recomendable y cuyos gastos de desarrollo y mantenimiento son mucho más bajos en comparación, es la de desarrollar nuestra página web para que se adapte a cualquier dispositivo que navegue por ella. Es lo que se conoce comúnmente como una web responsive.
Mediante una web responsive tendremos un portal que pueda verse desde móviles con pantalla pequeña hasta tabletas y ordenadores. La plantilla se irá adaptando conforme el tamaño del dispositivo y mostrará al usuario la información más relevante de cara a realizar su visita. En casos en los cuales el tráfico desde dispositivos móviles aún no justifica una inversión en el desarrollo de la aplicación, resulta muy interesante contar con una web cuyo diseño sea adaptable.
De esta forma, se evita perder el poco tráfico que se pueda haber conseguido y se acostumbra a nuestros clientes habituales a esta nueva forma de negocio online. Dos ejemplos de negocios online que han contado con una web responsive desarrollados en Interdigital son Noloro.es y FairPlayPadel.com. Si se entra a estas dos páginas desde un teléfono móvil o una tableta puede notarse que la web se ajusta a las condiciones del usuario para ofrecerle una mejor experiencia.
Es así como el usuario puede acceder a los servicios que necesita de una forma mucho más cómoda y se evitan gastos innecesarios a la hora de poner un servicio en Internet accesible desde dispositivos móviles.